Buscando material para subir a mi página (puede buscarme en Facebook como Claudia Corazón Feliz), encontré un texto taoísta acerca del silencio.
El arte de quedarme callada y escuchar al otro lo practico en la sesión de Tarot, porque muchas veces las personas sólo vienen a hablar y les gusta que alguien los escuche sin emitir juicio ni condena de ningún tipo. Se me hace más fácil y es parte de mi trabajo como Tarotista.
Pero en el día a día ha sido la media pega.
Todo tiene que ver con mi ego, que me hace creerme la mejor y que lo que sale de mi boca es lo máximo. Onda que tienes que escucharme, lo que yo digo es lo número uno.
En octubre del 2014 viajé al Cusco, y estuve 4 días a 4.900 metros compartiendo con los Q'eros, esta maravillosa comunidad que se consideran los últimos incas. Este viaje da para otro post, pero dada mi angustia y/o cargo de conciencia por dejar a mi hija de entonces 4 años tantos días sola, más lo cuática que soy, el sobrepeso que tenía (tema para otro post), me dio una puna heavy metal y no podía hablar en el Cusco los primeros días, porque me faltaba oxígeno, y a 4.900 metros menos.
Fueron alrededor de 7 días en que tuve que guardar silencio, y observar, acatar, o llorar, como cuática que soy con las emociones. Pal que cacha, mi luna en piscis me hace ser mega víctima, entonces el llanto del porqué a mi me sale solito, sin esjuerzo.
Tuve que quedarme callada tantas veces sin poder expresar mi opinión en una discusión, y no pasó nada. Al final, aprendí que si me quedaba en silencio podía controlar mejor mi respiración, y no desperdiciar el poco oxígeno con palabrería.
Ahora trato de hacer lo mismo. Cultivo el silencio. Porque no es fácil, por la cosa del ego. Y a veces no me resulta y llego y mando a la chucha, si soy humana y la disciplina no ha sido mi fuerte; es otra cosa que estoy cultivando.
El silencio ayuda a no cagarla, te obliga a escuchar al otro de verdad, te puedes mirar con detención y es más fácil reírnos de nuestro ego.
Porque ¿quién soy yo para intentar convencerte que mi verdad es mejor que la tuya? ¿Quién soy yo para creerme tan importante que tengo que hasta que elevar mi tono para ser escuchada?
Nadie poh loco, nadie. Y todo a la vez.
Esa onda con la espiritualidad, donde todos somos uno, y el uno es tan importante.
Un abrazo vale más que mil palabras, o una acción hace que todas las palabras lindas se vayan a la chucha.
miércoles, 19 de abril de 2017
miércoles, 12 de abril de 2017
Crónicas Chuchetas Espirituales 8: Aceptación.
Se han puesto de moda varias palabras este último tiempo, como fluir, gratitud, aceptar, emponderarse, resilencia y otras que no me acuerdo.
Esta vez voy a entrar a picar en la aceptación.
¿Qué es aceptar algo? ¿Por qué es importante hacerlo? Para mí, porque te dejai de gueviar y victimizarse. Acepta que el ex es como el horto y que no va a cambiar. Acepta a tus padres, porque el amor que te entregaron fue el único que conocían. Acepta que existe la maldad, la envidia, la gente que se pone feliz cuando al otro le va mal. Acepta todo eso y se acaban los rollos mentales.
Y puta que es difícil, puta que cuesta y puta que dan esas pataletas cósmicas, como les llamo yo.
A la consulta de Tarot llegan muchas mujeres y hombres deseando que su pareja cambie, aunque sus amigos estén chatos de decirle que eso no pasará. Entonces viene el sufrimiento, la victimización en algunos casos, la tristeza y la rabia. Algunos aceptan, otros no y viven eternamente frustrados y amargados.
Para mí ha sido un gueveo el aceptar. Primero, porque tuve que mirar lo que no había visto bien, como malas intenciones, envidias y traiciones. O simplemente, mirar que el otro siempre había sido así y yo era la única agilá creyendo que no, que no era para tanto. Y me dolió, porque puta que lata poh. Puta que lata lo gueona que fui, lo increíblemente ciega que quise ser. Entonces sufrí, sufrí, sufrí. Y después que salí de ese hoyo me puse a analizar, y caché varias cosas.
Una de las cosas que pude ver fue mi ego, porque ese gueón es el único herido. El resto, estamos intactas. Esa auto importancia es lo que más molesta para aceptar los hechos de la vida, las personas tal como son. Y en eso estoy, aceptando mi ego herido, canalizando la rabia, meditando como loca y pidiendo discernimiento para ver con claridad. ¿A quién le pido? A mis maestros poh, si soy terrible de espiritual.
Volviendo a la aceptación, la encuentro la raja para comenzar a sanar las heridas, todas, cualquiera de ellas. Porque cuando miras al otro u otra que te "hacía" sufrir, ya no duele, porque sabes las razones de esa persona para ser así, y ya no pides que cambie, sino que aceptas como es, aceptas lo que ocurrió y de paso, te llevas una gran enseñanza: ojo con las expectativas.
Aceptar es la gran pega, pero puta que vale la pena.
Esta vez voy a entrar a picar en la aceptación.
¿Qué es aceptar algo? ¿Por qué es importante hacerlo? Para mí, porque te dejai de gueviar y victimizarse. Acepta que el ex es como el horto y que no va a cambiar. Acepta a tus padres, porque el amor que te entregaron fue el único que conocían. Acepta que existe la maldad, la envidia, la gente que se pone feliz cuando al otro le va mal. Acepta todo eso y se acaban los rollos mentales.
Y puta que es difícil, puta que cuesta y puta que dan esas pataletas cósmicas, como les llamo yo.
A la consulta de Tarot llegan muchas mujeres y hombres deseando que su pareja cambie, aunque sus amigos estén chatos de decirle que eso no pasará. Entonces viene el sufrimiento, la victimización en algunos casos, la tristeza y la rabia. Algunos aceptan, otros no y viven eternamente frustrados y amargados.
Para mí ha sido un gueveo el aceptar. Primero, porque tuve que mirar lo que no había visto bien, como malas intenciones, envidias y traiciones. O simplemente, mirar que el otro siempre había sido así y yo era la única agilá creyendo que no, que no era para tanto. Y me dolió, porque puta que lata poh. Puta que lata lo gueona que fui, lo increíblemente ciega que quise ser. Entonces sufrí, sufrí, sufrí. Y después que salí de ese hoyo me puse a analizar, y caché varias cosas.
Una de las cosas que pude ver fue mi ego, porque ese gueón es el único herido. El resto, estamos intactas. Esa auto importancia es lo que más molesta para aceptar los hechos de la vida, las personas tal como son. Y en eso estoy, aceptando mi ego herido, canalizando la rabia, meditando como loca y pidiendo discernimiento para ver con claridad. ¿A quién le pido? A mis maestros poh, si soy terrible de espiritual.
Volviendo a la aceptación, la encuentro la raja para comenzar a sanar las heridas, todas, cualquiera de ellas. Porque cuando miras al otro u otra que te "hacía" sufrir, ya no duele, porque sabes las razones de esa persona para ser así, y ya no pides que cambie, sino que aceptas como es, aceptas lo que ocurrió y de paso, te llevas una gran enseñanza: ojo con las expectativas.
Aceptar es la gran pega, pero puta que vale la pena.
martes, 11 de abril de 2017
Crónicas Chuchetas Espirituales 7: Dejar de sufrir.
Me preguntan harto en la consulta de Tarot qué cuánto tiempo van a sufrir, o si van a dejar de sufrir luego, o que se puede hacer para sufrir menos.
Estas preguntas nacen porque nos han enseñado que sufrir es malo, porque esos comerciales de "chao jefe" y premios millonarios siempre muestras a un feo llenos de mujeres en bikinis en la playa, porque esa debe ser la felicidad según los medios.
Y yo conozco gente que le carga la arena, no le gusta bañarse en el mar y que le gustan los hombres, como a mi. Ni ahí estar en la playa con puras minas, entero fome.
En fin, la felicidad no es esa, sino toda la vida sería un asco. Onda que levantarse temprano y tener obligaciones es lo peor del mundo, porque ser feliz es estar en la playa y no hacer nada. Igual es bacán el ocio, a mi me encanta.
Entonces nadie nos enseña a vivir el dolor, porque cuando tenemos pena nos dicen que no tengamos y nos dan un dulce, asi que pa mas recuea tapamos el dolor con la comida.
Yo no cacho si lo hago bien o mal, pero cuando mi hija tiene pena le digo que llore y que la saque, la abrazo fuerte y la dejo llorar.
Aparte que muchas veces la pena tiene que ver con las expectativas, porque me imaginé que el trabajo iba a ser el mejor del mundo, o que el hombre o la mujer sería lo que siempre he soñado. Y el llanto viene por una, porque todas esas ilusiones se caen y duele el tener que aceptar que las cosas no son como lo soñé.
La noticia es que se puede dejar de sufrir, más rápido o lento según de qué se trate, por supuesto. Si mantengo la ilusión que él cambiará, que ella se arrepentirá, entonces cagaste porque vai a sufrir caleta. Pero si eres valiente y miras la vida de frente y te das cuenta que son sólo sueños, o incluso que quieres que otro te haga feliz y no te haces cargo de tu vida y puro reclamas porque el otro no es como tú quieres porque nunca lo será ni lo ha sido, entonces sufres menos tiempo. Y tiene que ver con perdonar, con soltar el rencor que tanto pesa, con dejar de victimizarse, que pobrecita de mi y esa cosa latera que tanto hice por la chucha, ni yo me aguantaba.
Mi consejo es sumergirse en el dolor, hasta bien abajo. Mirarlo, llorar, putear, rabear. El tiempo que sea, porque no pasa nada, Y de poco se va pasando, va doliendo menos, voy entendiendo, aprendiendo, creciendo como ser humano. Entonces cacho que el dolor ilumina, que ya no soy una pobrecita que le pasan cosas, y la vida vuelve a brillar.
Estas preguntas nacen porque nos han enseñado que sufrir es malo, porque esos comerciales de "chao jefe" y premios millonarios siempre muestras a un feo llenos de mujeres en bikinis en la playa, porque esa debe ser la felicidad según los medios.
Y yo conozco gente que le carga la arena, no le gusta bañarse en el mar y que le gustan los hombres, como a mi. Ni ahí estar en la playa con puras minas, entero fome.
En fin, la felicidad no es esa, sino toda la vida sería un asco. Onda que levantarse temprano y tener obligaciones es lo peor del mundo, porque ser feliz es estar en la playa y no hacer nada. Igual es bacán el ocio, a mi me encanta.
Entonces nadie nos enseña a vivir el dolor, porque cuando tenemos pena nos dicen que no tengamos y nos dan un dulce, asi que pa mas recuea tapamos el dolor con la comida.
Yo no cacho si lo hago bien o mal, pero cuando mi hija tiene pena le digo que llore y que la saque, la abrazo fuerte y la dejo llorar.
Aparte que muchas veces la pena tiene que ver con las expectativas, porque me imaginé que el trabajo iba a ser el mejor del mundo, o que el hombre o la mujer sería lo que siempre he soñado. Y el llanto viene por una, porque todas esas ilusiones se caen y duele el tener que aceptar que las cosas no son como lo soñé.
La noticia es que se puede dejar de sufrir, más rápido o lento según de qué se trate, por supuesto. Si mantengo la ilusión que él cambiará, que ella se arrepentirá, entonces cagaste porque vai a sufrir caleta. Pero si eres valiente y miras la vida de frente y te das cuenta que son sólo sueños, o incluso que quieres que otro te haga feliz y no te haces cargo de tu vida y puro reclamas porque el otro no es como tú quieres porque nunca lo será ni lo ha sido, entonces sufres menos tiempo. Y tiene que ver con perdonar, con soltar el rencor que tanto pesa, con dejar de victimizarse, que pobrecita de mi y esa cosa latera que tanto hice por la chucha, ni yo me aguantaba.
Mi consejo es sumergirse en el dolor, hasta bien abajo. Mirarlo, llorar, putear, rabear. El tiempo que sea, porque no pasa nada, Y de poco se va pasando, va doliendo menos, voy entendiendo, aprendiendo, creciendo como ser humano. Entonces cacho que el dolor ilumina, que ya no soy una pobrecita que le pasan cosas, y la vida vuelve a brillar.
jueves, 6 de abril de 2017
Crónicas Chuchetas Espirituales 6: Gracias muerte.
Siempre les digo a las clientas que contesto de todo en la sesión de Tarot, menos preguntas acerca de la muerte, porque me las hacen, onda ¿cuándo se va a morir mi papá, mi suegra, mi abuelita?
No las contesto porque es información que no me parece que ayuda en nada, porque no estamos preparados para la muerte.
La vida ha querido que tenga experiencia en el tema, lo que me ha servido para ayudar a harta gente en la etapa de shock, en esos velorios tristes, en esos funerales tan llorados.
¿Qué puede hacer una para aliviar el dolor del otro? Nada. Nada de nada. Un buen consejo es no decir gueas, como por ejemplo que la vida pasa rápido, o que mira lo que tienes, o que no llores tanto, o comparar el dolor del deudo con otro (muerte de mascota o de alguien lejano, por ejemplo). Lo he escuchado y me ha pasado, porque obvio que en el momento de máxima pena sé que tengo una linda familia, lindos amigos o hijos, pero igual tengo pena y que tanto.
Me da la idea que la gente no quiere conectarse con su propio dolor, por eso quiere que se le pase luego al que lo está sufriendo. Pero el dolor está ahí, y duele incluso el cuerpo, se siente físicamente. Y no queda otra que vivirlo, no queda otra que hundirse en el.
Entonces la única manera que una puede ayudar es con cosas prácticas, si me preguntan a mi. Onda llevar comida congelada para varios días, preocuparse de las mascotas, de los niños, o solo acompañar una once con pan con palta, en silencio y dejando que el deudo llore, se enoje, hable de los recuerdos, y una ahí, en silencio, sólo acompañando.
También dar un abrazo apretado, con harto amor, ayuda. Y cuando todos se vayan y dejen al deudo con su dolor, acercarse. Porque al principio todos te van a ver y te ofrecen ayuda, pero luego cada uno continua con su vida y ahí es bueno ir a acompañar.
Gracias muerte porque nos recuerdas que la vida es amar y demostrarlo, que los pajaritos están ahí, solo basta levantar la cabeza de esas preocupaciones gueonas que tenemos, y disfrutar con lo sencillo.
Y a todos que hemos pasado por el trance doloroso de una muerte inesperada, un abrazo con mucha fuerza. Se sale de ahí, se aprende a vivir con ese dolor. Porque he tenido la fortuna de conocer gente maravillosa, que ha sufrido las muertes más tristes y dolorosas, y que me han dado grandes lecciones en la vida.
Gracias muerte por lo que nos muestras a quienes quedamos aquí, pelando el ajo con amor.
No las contesto porque es información que no me parece que ayuda en nada, porque no estamos preparados para la muerte.
La vida ha querido que tenga experiencia en el tema, lo que me ha servido para ayudar a harta gente en la etapa de shock, en esos velorios tristes, en esos funerales tan llorados.
¿Qué puede hacer una para aliviar el dolor del otro? Nada. Nada de nada. Un buen consejo es no decir gueas, como por ejemplo que la vida pasa rápido, o que mira lo que tienes, o que no llores tanto, o comparar el dolor del deudo con otro (muerte de mascota o de alguien lejano, por ejemplo). Lo he escuchado y me ha pasado, porque obvio que en el momento de máxima pena sé que tengo una linda familia, lindos amigos o hijos, pero igual tengo pena y que tanto.
Me da la idea que la gente no quiere conectarse con su propio dolor, por eso quiere que se le pase luego al que lo está sufriendo. Pero el dolor está ahí, y duele incluso el cuerpo, se siente físicamente. Y no queda otra que vivirlo, no queda otra que hundirse en el.
Entonces la única manera que una puede ayudar es con cosas prácticas, si me preguntan a mi. Onda llevar comida congelada para varios días, preocuparse de las mascotas, de los niños, o solo acompañar una once con pan con palta, en silencio y dejando que el deudo llore, se enoje, hable de los recuerdos, y una ahí, en silencio, sólo acompañando.
También dar un abrazo apretado, con harto amor, ayuda. Y cuando todos se vayan y dejen al deudo con su dolor, acercarse. Porque al principio todos te van a ver y te ofrecen ayuda, pero luego cada uno continua con su vida y ahí es bueno ir a acompañar.
Gracias muerte porque nos recuerdas que la vida es amar y demostrarlo, que los pajaritos están ahí, solo basta levantar la cabeza de esas preocupaciones gueonas que tenemos, y disfrutar con lo sencillo.
Y a todos que hemos pasado por el trance doloroso de una muerte inesperada, un abrazo con mucha fuerza. Se sale de ahí, se aprende a vivir con ese dolor. Porque he tenido la fortuna de conocer gente maravillosa, que ha sufrido las muertes más tristes y dolorosas, y que me han dado grandes lecciones en la vida.
Gracias muerte por lo que nos muestras a quienes quedamos aquí, pelando el ajo con amor.
miércoles, 5 de abril de 2017
Crónicas Chuchetas Espirituales 5: El Lollapalooza.
El hastag que podría representar a mi hombrón sería #novivosinlamusica, porque el loco va a cuanto recital puede. De hecho le digo que le falta puro ir al del Pollo Fuentes o al de Pablito Ruíz.
Entonces, compra con cualquier anticipación las entrada del Lollapalooza, sin saber siquiera quien chucha viene.
A mi me gusta la música, pero no soy fanática de nadie en la actualidad y escucho harto mantra en el día, gracias a Spotify y a mi vida espiritual (puede leer lo último en tono irónico).
Las tres veces que he ido, nos vamos directo al Kidzapalooza. Mi hija ama el gueveo y sentirse en libertad, y lo pasa chancho. Además que el recinto está hecho para los niños, es todo mágico, pueden hacer un montón de actividades, no se puede fumar y vimos 31 minutos hace como tres años atrás. Es la raja para los niños, en serio.
A mi me gusta el ambiente general del Lollapalooza. Sí, es un festival comercial. Sí, es caro y son barsas con el asunto de las comidas y los bebestibles. Y sí, va harto de cartón, o como decíamos en mi juventud, poser.
Este año ya no había tanta corona de flores en el pelo, por ejemplo. Harto short de jeans en las lolitas, como diría mi mamá. Harto sombrero negro de ala ancha, harto poser la verdad
Puta, a mi no me molestan. Nada de nada. Creo que si existe gente que va porque es moda y se arregla, bacán poh. Si hay gente que va por la música de verdad y además lo pasa la raja, más bacán aun. Si de eso se trata la vida, onofre? Hacer lo que creo que me hace feliz. Y todas algunas vez fuimos adolescentes uniformadas con las amigas o amigos.
Lo que me gusta de ir a recitales en general, es el ambiente que se genera con los fanáticos de verdad, esos que cantan todas las canciones y se emocionan de escucharlas en vivo. Puta que me gusta esa energía, porque la gente se libera y se deja llevar por esa sensación, en libertad. Y como seré de buena mujer que vi a Metallica, con puros fanáticos, y los locos tocaron como dos horas y no se iban renunca porque son enteros sencillos y daban las gracias al público, pero yo me quería puro venir a acostar porque puta que me dolían las patas.Y no me gusta Metallica, merezco un altar loco.
El domingo amanecí cansada, pero llevamos chalcito y nos tiramos en el pasto bajo los árboles, mientras nuestra hija jugaba con los niños que puro pelusean. Vi a Duran Duran (que tocaron temprano) y a las 21 hrs estaba acostada, lista para dormir. Mi hombrón se quedó hasta el último porque #novivosinlamusica y yo nicagando, me pongo idiota y nadie me gusta tanto como para estar mil horas parada esperando, no gracias.
Fue un gran finde, distinto, mi hija esperando el próximo Lollapalooza, mi hombrón cansado a cagarse (como siempre le pasa pero ya saben #novivosinlamusica) y yo me resfrié, esa onda con los 44 años de edad.
Me gusta la alegría que se vive, la buena onda, la emoción de los fanáticos, los poser que igual terminan escuchando y aprendiendo de nuevas o antiguas bandas, de ese Santiago tan tonto grave a veces, que se pone feliz y se desordena un poco.
De todas maneras prefiero ir donde hay asientitos. Porque puta que me canso tanto de pie y puta que me pongo apestosa cansada. Cosas que pasan con la edad, supongo.
viernes, 31 de marzo de 2017
Crónicas Chuchetas Espirituales 4: El gueveo del celular
Lo reconozco, soy manos de hacha. Me lo decían de niña y se cumple a veces, como con mis teléfonos móviles. Se me caen, se les rompe la pantalla, se me vuelven a caer. Les compro de esas cagás para protegerlos, que igual me han ayudado, pero igual se me caen y se les triza la pantalla, que no es tan grave como cuando se hacían mierda.
Mi último teléfono lo comencé a usar en septiembre del 2016, y lo amé. Es de los caros (no iphone, no los entiendo) y hasta viene con un lápiz para anotar. La raja al momento de hacer una lista de compras.
Ya le había trizado la pantalla, pero no se le notaba. Supongo que con los golpes que casualmente le daba, cagó la parte esa de abajo por donde se carga. Hasta que ayer, no me cargó más.
El teléfono es mi oficina portátil, así en volá. Contesto mensajes, Whatsapp, uso la agenda (no soy nadie sin agenda loco!) y saco fotos a mi hija, o a los perros o a los gatos o a cualquier cosa, total somos todos fotógrafos con el Instagram. Asi que igual entré en pánico y me dio más rabia que la chucha que el teléfono caro durara tan poco. Bueno ya, me durara tan poco.
Tenemos teléfono en la casa, lo dejamos después del terremoto del 2010, en caso de cualquier cosa, asi que por ese lado no estoy tan incomunicada. Y el computador para revisar mis mensajes.
Hoy en la mañana partí con la cara llena de risa (no) al Costanera Center y sus alrededores a solucionar el problema del teléfono. Y tenía ganas de hacerme las uñas con una lola que trabaja en una peluquería en el primer piso del mall, que la encuentro seca y sólo me las hago con ella. Esa onda de mañosa.
Me fue como el horto en todas partes con el celu, pero me hice las uñas igual, si total daba lo mismo si me demoraba o no en ir al servicio técnico. Puta que se me ven lindas con el degradé en azul, lo amé.
Partí al servicio técnico resignada y ahora sí cagá de la risa, porque siempre digo que lo único que no tiene solución es la muerte y la muerte de un celular se soluciona comprando otro, que tanto.
Como no tiene garantía se demoran de 3 a 5 días en llamarme para avisarme qué tiene, y otros 5 días en arreglarlo. Tuve que dejar $10 lucas por eso y me vine a almorzar, que otra cosa iba a hacer.
Mientras espero los 10 días (zzzz) y quizás cuantas lucas me va a salir (porque le van a cambiar la pantalla trizada de pasaita) usaré el iphone viejo de mi hombrón. Vamos a ver como sale.
Lo que aprendí hoy es que a pesar que caminé caleta por Providencia, salí con uñas lindas. Broma. Aprendí que es mucho mejor andar sonriendo a pesar que las cosas no resulten como una quiere, tirar la talla con la gente que te atiende como robot, y que si tengo que andar sin celular unos días, mala raja nomás.
Mi último teléfono lo comencé a usar en septiembre del 2016, y lo amé. Es de los caros (no iphone, no los entiendo) y hasta viene con un lápiz para anotar. La raja al momento de hacer una lista de compras.
Ya le había trizado la pantalla, pero no se le notaba. Supongo que con los golpes que casualmente le daba, cagó la parte esa de abajo por donde se carga. Hasta que ayer, no me cargó más.
El teléfono es mi oficina portátil, así en volá. Contesto mensajes, Whatsapp, uso la agenda (no soy nadie sin agenda loco!) y saco fotos a mi hija, o a los perros o a los gatos o a cualquier cosa, total somos todos fotógrafos con el Instagram. Asi que igual entré en pánico y me dio más rabia que la chucha que el teléfono caro durara tan poco. Bueno ya, me durara tan poco.
Tenemos teléfono en la casa, lo dejamos después del terremoto del 2010, en caso de cualquier cosa, asi que por ese lado no estoy tan incomunicada. Y el computador para revisar mis mensajes.
Hoy en la mañana partí con la cara llena de risa (no) al Costanera Center y sus alrededores a solucionar el problema del teléfono. Y tenía ganas de hacerme las uñas con una lola que trabaja en una peluquería en el primer piso del mall, que la encuentro seca y sólo me las hago con ella. Esa onda de mañosa.
Me fue como el horto en todas partes con el celu, pero me hice las uñas igual, si total daba lo mismo si me demoraba o no en ir al servicio técnico. Puta que se me ven lindas con el degradé en azul, lo amé.
Partí al servicio técnico resignada y ahora sí cagá de la risa, porque siempre digo que lo único que no tiene solución es la muerte y la muerte de un celular se soluciona comprando otro, que tanto.
Como no tiene garantía se demoran de 3 a 5 días en llamarme para avisarme qué tiene, y otros 5 días en arreglarlo. Tuve que dejar $10 lucas por eso y me vine a almorzar, que otra cosa iba a hacer.
Mientras espero los 10 días (zzzz) y quizás cuantas lucas me va a salir (porque le van a cambiar la pantalla trizada de pasaita) usaré el iphone viejo de mi hombrón. Vamos a ver como sale.
Lo que aprendí hoy es que a pesar que caminé caleta por Providencia, salí con uñas lindas. Broma. Aprendí que es mucho mejor andar sonriendo a pesar que las cosas no resulten como una quiere, tirar la talla con la gente que te atiende como robot, y que si tengo que andar sin celular unos días, mala raja nomás.
jueves, 30 de marzo de 2017
Crónicas Chuchetas 3: No podemos ser más de algo que ya somos.
Cree este blog con la finalidad de mostrar varias cosas, pero sobre todo que la vida espiritual es tan sencilla, simple y que puede llevar garabatos, como es mi caso.
Medito todas las mañanas, tengo un cojín especial para hacerlo, uso un Japa Mala (el rosario budista de 108 cuentas), pero antes de sentarme a meditar, barro la entrada de mi casa, riego el jardín, barro la vereda. Y antes de eso, me levanté a las 7 de la mañana porque voy a dejar a mi hija de 7 años al colegio.
Trabajo en mi página, leo el Tarot, almuerzo, ordeno, escucho música. A veces voy a al supermercado, a la feria o me hago las uñas. También me junto con mi mejor amiga y hacemos unos desayunos que terminan a las 2 de la tarde. Voy a buscar a mi hija al colegio, y si en las tardes no estoy haciendo clases, leo el Tarot.
El finde es más relajado y me lo tomo así también. Nos gusta harto salir (mi hombrón, mi hija y la suscrita) y juntarnos con amigos de corazón.
Y dentro de todas estas cosas que hago, soy espiritual y vivo mi vida espiritual.
Es que me pasa una guea súper contradictoria: veo y leo a mucha gente que vende la pescá que ser espiritual es poco menos que ser santo, así como los de iglesia. Onda que no te puedes enojar, no puedes comer determinadas cosas, no puedes decir ciertas cosas y meten susto con el karma.
Yo no creo en eso y me carga. Y la contradicción que tengo es la siguiente: que tengo que andar opinando yo de los demás y cómo quieren vivir su vida espiritual. Pero lo hago y lo pienso poh.
Todos somos seres espirituales. Todos sin excepción, hasta el gueón malo y la gueona loca. Esa es su experiencia de vida, y si se nos cruzan en el camino, más nos vale aprender la lección y estar atentos, para no caer en la victimización, que nada que ayuda.
Entonces si todos somos seres espirituales, ¿Pa que chucha una medita? ¿Pa que chucha una trata de llevar una vida con más bondad, con más amor, con más compasión? Porque así lo elegí en este camino, porque ya hay cosas que no me interesan ni por asomo, y porque esta es mi verdad y puta que me gusta.
En resumen: somos todos seres espirituales, el Padre (el Universo, el Creador, Dios, póngale el nombre que quiera y le acomode) nos ama tal como somos, por lo tanto, no es necesario tratar de ser de cierta manera o dejar de comer ciertas cosas para ser "más espiritual", porque no podemos ser más de algo que ya somos.
El dejar de comer ciertas cosas o la necesidad de meditar o el cambio de intereses viene con el tiempo, no puede ser obligado o forzado, porque dura poquito. Tiene que nacer del corazón, es como una necesidad.
Yo medito en las mañanas porque es la manera que encontré de drenar mis rabias, mis penas, mi victimización. Porque como no me gusta la actividad física (que es otro medio de drenar), lo hago cómodamente sentada en mi lindo cojín.
Da pa harto el tema de la espiritualidad, sobre todo que se ha puesto de moda, en buena hora encuentro yo. Sin embargo, ojo con las creencias que meten miedo, que hay que comer ciertas cosas, que hay que ser de cierta manera.
Sorry, son gueas. Que no nos mueva el miedo, sino el amor. Esa es mi verdad.
Medito todas las mañanas, tengo un cojín especial para hacerlo, uso un Japa Mala (el rosario budista de 108 cuentas), pero antes de sentarme a meditar, barro la entrada de mi casa, riego el jardín, barro la vereda. Y antes de eso, me levanté a las 7 de la mañana porque voy a dejar a mi hija de 7 años al colegio.
Trabajo en mi página, leo el Tarot, almuerzo, ordeno, escucho música. A veces voy a al supermercado, a la feria o me hago las uñas. También me junto con mi mejor amiga y hacemos unos desayunos que terminan a las 2 de la tarde. Voy a buscar a mi hija al colegio, y si en las tardes no estoy haciendo clases, leo el Tarot.
El finde es más relajado y me lo tomo así también. Nos gusta harto salir (mi hombrón, mi hija y la suscrita) y juntarnos con amigos de corazón.
Y dentro de todas estas cosas que hago, soy espiritual y vivo mi vida espiritual.
Es que me pasa una guea súper contradictoria: veo y leo a mucha gente que vende la pescá que ser espiritual es poco menos que ser santo, así como los de iglesia. Onda que no te puedes enojar, no puedes comer determinadas cosas, no puedes decir ciertas cosas y meten susto con el karma.
Yo no creo en eso y me carga. Y la contradicción que tengo es la siguiente: que tengo que andar opinando yo de los demás y cómo quieren vivir su vida espiritual. Pero lo hago y lo pienso poh.
Todos somos seres espirituales. Todos sin excepción, hasta el gueón malo y la gueona loca. Esa es su experiencia de vida, y si se nos cruzan en el camino, más nos vale aprender la lección y estar atentos, para no caer en la victimización, que nada que ayuda.
Entonces si todos somos seres espirituales, ¿Pa que chucha una medita? ¿Pa que chucha una trata de llevar una vida con más bondad, con más amor, con más compasión? Porque así lo elegí en este camino, porque ya hay cosas que no me interesan ni por asomo, y porque esta es mi verdad y puta que me gusta.
En resumen: somos todos seres espirituales, el Padre (el Universo, el Creador, Dios, póngale el nombre que quiera y le acomode) nos ama tal como somos, por lo tanto, no es necesario tratar de ser de cierta manera o dejar de comer ciertas cosas para ser "más espiritual", porque no podemos ser más de algo que ya somos.
El dejar de comer ciertas cosas o la necesidad de meditar o el cambio de intereses viene con el tiempo, no puede ser obligado o forzado, porque dura poquito. Tiene que nacer del corazón, es como una necesidad.
Yo medito en las mañanas porque es la manera que encontré de drenar mis rabias, mis penas, mi victimización. Porque como no me gusta la actividad física (que es otro medio de drenar), lo hago cómodamente sentada en mi lindo cojín.
Da pa harto el tema de la espiritualidad, sobre todo que se ha puesto de moda, en buena hora encuentro yo. Sin embargo, ojo con las creencias que meten miedo, que hay que comer ciertas cosas, que hay que ser de cierta manera.
Sorry, son gueas. Que no nos mueva el miedo, sino el amor. Esa es mi verdad.
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