Tarot de la Luz

miércoles, 14 de junio de 2017

Crónicas Chuchetas Espirituales 13: Estoy devastada.

No soy yo la devastada, sino que uso la frase de algunas clientas.

Si no cacha que significa, es destruída.

Ocurre que las mujeres tenemos un sexto sentido que la mayoría de los hombres no, entonces cuando el loco anda mirando para el lado o de frentón acostándose con otra loca, una ya sabe, ya lo intuye. Siempre. Y cuando la mujer no  ha cachado, es porque no ha querido, a optado por hacerse la loca, la ciega. Situación que yo respeto, pero siempre hay señales.

Entonces cuando ya el Universo (en forma de una foto, de un mensaje de texto, de un cagüin) te lo muestra, me escriben que están devastadas, que no pueden parar de llorar.

Y  más que escribir acerca de la infidelidad o lo ciega que a veces nos ponemos frente a lo obvio, me llama la atención el rechazo al dolor y al llanto, sea por la razón que sea.

Lo que he aprendido en mis 44 años (a mucha honra) es que si una llora sin parar no pasa nada; al contrario, después sientes alivio y menos angustia.

¿Qué problema hay con sentirse devastada, devastado? ¿Qué problema hay con sentir pena, angustia, dolor, sentir que la vida se destruye? Mientras antes una abrace esas emociones, será mucho mejor. No se va a pasar la pena, la angustia puede que siga ahí, la tristeza también, pero no queda otra.

¿Entonces pa que una sufre, ah? Se preguntarán. Sufre por hacerse expectativas, por desear  algo que jamás pasará, por esperar que el otro me haga feliz, por culpar a mis padres de la vida que tengo hoy, o a algún ex, o a un jefe, al vecino, etc, etc. Hay gente que vive culpando al otro toda la vida, y otras se hacen cargo, aprenden, dan las gracias y crecen. Porque como el tiempo no se puede volver atrás y no se pueden hacer las cosas diferentes, es mucho más sano aceptar y aprender, si me lo preguntan a mi. Y reírse de una, sirve caleta.

Hay que abrazar el dolor, darle las gracias, preguntarle qué tengo que aprender, en qué parte del camino no quise ver lo obvio, cuál es mi responsabilidad en los hechos, y si tengo que andar un par de días sintiéndome como el horto, no hay problemas. Es parte del camino, del ser humano.

Aunque los verdaderos devastados, esos que llevan la procesión por dentro, no lo dicen. Esos que han sufrido terribles pérdidas, dolores en su niñez, abandono, pobreza, falta de oportunidades. A esos valientes se les nota en los ojos.






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