Tarot de la Luz

miércoles, 12 de abril de 2017

Crónicas Chuchetas Espirituales 8: Aceptación.

Se han puesto de moda varias palabras este último tiempo, como fluir, gratitud, aceptar, emponderarse, resilencia y otras que no me acuerdo.

Esta vez voy a entrar a picar en la aceptación.

¿Qué es aceptar algo? ¿Por qué es importante hacerlo? Para mí, porque te dejai de gueviar y victimizarse. Acepta que el ex es como el horto y que no va a cambiar. Acepta a tus padres, porque el amor que te entregaron fue el único que conocían. Acepta que existe la maldad, la envidia, la gente que se pone feliz cuando al otro le va mal. Acepta todo eso y se acaban los rollos mentales.

Y puta que es difícil, puta que cuesta y puta que dan esas pataletas cósmicas, como les llamo yo.

A la consulta de Tarot llegan muchas mujeres y hombres deseando que su pareja cambie, aunque sus amigos estén chatos de decirle que eso no pasará. Entonces viene el sufrimiento, la victimización en algunos casos, la tristeza y la rabia. Algunos aceptan, otros no y viven eternamente frustrados y amargados.

Para mí ha sido un gueveo el aceptar. Primero, porque tuve que mirar lo que no había visto bien, como malas intenciones, envidias y traiciones. O simplemente, mirar que el otro siempre había sido así y yo era la única agilá creyendo que no, que no era para tanto. Y me dolió, porque puta que lata poh. Puta que lata lo gueona que fui, lo increíblemente ciega que quise ser. Entonces sufrí, sufrí, sufrí. Y después que salí de ese hoyo me puse a analizar, y caché varias cosas.

Una de las cosas que pude ver fue mi ego, porque ese gueón es el único herido. El resto, estamos intactas. Esa auto importancia es lo que más molesta para aceptar los hechos de la vida, las personas tal como son. Y en eso estoy, aceptando mi ego herido, canalizando la rabia, meditando como loca y pidiendo discernimiento para ver con claridad. ¿A quién le pido? A mis maestros poh, si soy terrible de espiritual.

Volviendo a la aceptación, la encuentro la raja para comenzar a sanar las heridas, todas, cualquiera de ellas. Porque cuando miras al otro u otra que te "hacía" sufrir, ya no duele, porque sabes las razones de esa persona para ser así, y ya no pides que cambie, sino que aceptas como es, aceptas lo que ocurrió y de paso, te llevas una gran enseñanza: ojo con las expectativas.

Aceptar es la gran pega, pero puta que vale la pena.

No hay comentarios: