Tarot de la Luz

viernes, 31 de marzo de 2017

Crónicas Chuchetas Espirituales 4: El gueveo del celular

Lo reconozco, soy manos de hacha. Me lo decían de niña y se cumple a veces, como con mis teléfonos móviles. Se me caen, se les rompe la pantalla, se me vuelven a caer. Les compro de esas cagás para protegerlos, que igual me han ayudado, pero igual se me caen y se les triza la pantalla, que no es tan grave como cuando se hacían mierda.

Mi último teléfono lo comencé a usar en septiembre del 2016, y lo amé. Es de los caros (no iphone, no los entiendo) y hasta viene con un lápiz para anotar. La raja al momento de hacer una lista de compras.

Ya le había trizado la pantalla, pero no se le notaba. Supongo que con los golpes que casualmente le daba, cagó la parte esa de abajo por donde se carga. Hasta que ayer, no me cargó más.

El teléfono es mi oficina portátil, así en volá. Contesto mensajes, Whatsapp, uso la agenda (no soy nadie sin agenda loco!) y saco fotos a mi hija, o a los perros o a los gatos o a cualquier cosa, total somos todos fotógrafos con el Instagram.  Asi que igual entré en pánico y me dio más rabia que la chucha que el teléfono caro durara tan poco. Bueno ya, me durara tan poco.

Tenemos teléfono en la casa, lo dejamos después del terremoto del 2010, en caso de cualquier cosa, asi que por ese lado no estoy tan incomunicada. Y el computador para revisar mis mensajes.

Hoy en la mañana partí con la cara llena de risa (no) al Costanera Center y sus alrededores a solucionar el problema del teléfono. Y tenía ganas de hacerme las uñas con una lola que trabaja en una peluquería en el primer piso del mall, que la encuentro seca y sólo me las hago con ella. Esa onda de mañosa.

Me fue como el horto en todas partes con el celu, pero me hice las uñas igual, si total daba lo mismo si me demoraba o no en ir al servicio técnico. Puta que se me ven lindas con el degradé en azul, lo amé.

Partí al servicio técnico resignada y ahora sí cagá de la risa, porque siempre digo que lo único que no tiene solución es la muerte y la muerte de un celular se soluciona comprando otro, que tanto.

Como no tiene garantía se demoran de 3 a 5 días en llamarme para avisarme qué tiene, y otros 5 días en arreglarlo. Tuve que dejar $10 lucas por eso y me vine a almorzar, que otra cosa iba a hacer.

Mientras espero los 10 días (zzzz) y quizás cuantas lucas me va a salir (porque le van a cambiar la pantalla trizada de pasaita) usaré el iphone viejo de mi hombrón. Vamos a ver como sale.

Lo que aprendí hoy es que a pesar que caminé caleta por Providencia, salí con uñas lindas. Broma. Aprendí que es mucho mejor andar sonriendo a pesar que las cosas no resulten como una quiere, tirar la talla con la gente que te atiende como robot, y que si tengo que andar sin celular unos días, mala raja nomás.

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